El ser humano es comparado a un árbol en nuestra tradición.
En la parashá de Shoftim, jueces, esta escrito: “Cuando sities una ciudad por muchos días, para pelear contra ella y tomarla, no destruyas su árbol metiendo hacha en él, porque de él comerás; y no lo cortarás, porque árbol del campo es el ser humano, para venir contra vosotros en asedio.” Deuteronomio 20:19
El gran Rey David, en el primer capítulo de los Salmos, compara al justo con un árbol: “Es como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo, y su hoja nunca se marchita; todo lo que hace prospera”.
A veces hay árboles mas frágiles, que necesitan de otros para que los cuiden.
Hay momentos donde el ser humano sin darse cuenta, en vez de poder aprovechar el fruto que tiene en sus manos, la fragancia del árbol que tiene enfrente, lo destruye sin pensarlo, y pierde todo lo que podría haber tenido, asi como lo hicieron aquellos primeros humanos en el Jardín del Edén.
Hay arboles de los que hace falta tomar su fruto y aprovechar su sombra porque nos enriquecen de maneras increíbles, a ellos los llamamos arboles justos y sabios.
También existen arboles que están solos en el campo, con ramas largas y colgantes que dan sombra a quienes se sientan bajo él. Así también puedo imaginar a personas, que en la historia de la humanidad se mantuvieron apartadas o fueron incomprendidas, pero que brindaron refugio físico o espiritual a tantos otros.
Estamos comenzando Elul, el ultimo mes del año hebreo y con este, el comienzo de la cuenta regresiva para llegar a Rosh Hashaná y Iom Kipur. Es el tiempo para terminar de echar raíces profundas y estar bien plantados para enfrentar un nuevo año, nuevos proyectos y desafíos.
Es tiempo de volver a nosotros, ver cuales son los valores, las ideas que nos hacen fuertes, los vínculos que tenemos que cuidar para poder construir un bosque lleno de otros arboles, cada uno con su propia fragancia y su fruto único para regalarle al mundo que lo rodea.
Los sabios nos dicen que hay una conexión mas profunda todavía entre las personas y los árboles, y es a través de la Torá, que es comparada con un árbol, el árbol de la vida; “Etz Jaim hi ”.
Que podamos este año sabernos personas justas y trabajar para serlo, caminar hacia aquellos manantiales de agua que nos den la energía que necesitamos para estar fuertes, firmes en nuestro camino de vida, rodeados de aquellos que amamos y nos potencian. Pensar a que árbol sabio nos vamos a aferrar para aprender de sus historias, y poder nosotros este nuevo año sentirnos llenos de vida, de potencia creadora y transformadora para hacer de este un mundo con mas justicia, mas paz y mas amor.
Shabat Shalom
Sem. Matias Bomse