La Parashá de esta semana nos relata un ritual que los Israelitas tendrían que hacer cuando ingresen a la tierra. Consistia en separarse en 2 grupos, un grupo subido al monte Grizim y otro grupo al monte Eibal. Alli deberían proclamar bendiciones y las maldiciones. Las bendiciones los que estaban en el monte Grizim y las maldiciones los que estaban en el monte Eibal. Estos dos montes existen hoy en Israel y están enfrentados uno al lado del otro, los dos reciben las mismas lluvias y el mismo sol, pero tienen una particularidad: El monte Grizim está verde, lleno de vida y de vegetación, mientras que el monte Eibal está seco. No se si Di-s eligió estos montes por estas características o los montes quedaron asi después de recibir tantas maldiciones y bendiciones sobre ellos durante tantos años.
Imaginando el ritual pude visualizar a la mitad del pueblo recitando las bendiciones, pero mirando el monte seco que tenían enfrente y la otra mitad recitando las maldiciones, pero disfrutando la vista de un monte verde y lleno de vida. A cada tribu le correspondía un lugar específico y no podían elegir en que monte pararse. La vida tiene de las dos cosas y a veces no entendemos bien cual es cual.
Para mi esta es una Parashá especial ya que fue la que leyó mi hijo en su Bar Mitzva y toda la familia tuvo que aprenderla. No solo a leerla sino que la estudiamos, le buscamos significados y escribimos sobre ella. Los montes Grizim y Eibal entraron a nuestro corazón y se metieron en nuestras vidas de diferentes maneras. Desde ese momento nos pasaron muchas cosas y aprendimos que a pesar de que son dos montes diferentes, los dos nos hablan de lo mismo; el pueblo no se separó en dos, sino que todo junto escuchó las maldiciones y las bendiciones. Los dos montes representan la vida, en algunos momentos nos tocan bendiciones y en otros no, y no siempre podemos elegir a que monte subir.
Al leer la parashá en esta época del año, nos encontramos con un mensaje profundo sobre la elección y la responsabilidad. Se nos invita a reflexionar sobre nuestras decisiones y cómo estas impactan no solo nuestras vidas, sino también a quienes nos rodean. La parashá nos recuerda que tenemos el poder de elegir, en nuestras acciones diarias, el camino del bien y de la bendición.
Nuestra vida transcurre en el medio del valle, a veces toca subir al monte Grizim y otras al monte Eibal. Es lindo cuando nos toca estar en el monte Grizim. Pero cuando nos toca estar en el monte Eibal, es nuestra decisión donde poner nuestro foco y nuestra atención. Parados en la misma situación podemos mirar para abajo y ser “el que le tocó el monte Eibal” o podemos decidir levantar la cabeza y ser “el que mira el monte Grizim”.
Estemos donde estemos, es nuestra decisión a que monte mirar.
Shabat Shalom
Fabian David Holcman