La sexta parashá del libro de Bereshit (25:19–26:5) es Toldot, que significa “generaciones”.
Itzjak, a los 40 años, se casa con Rivka y durante veinte años no logran tener hijos. El patriarca, ruega por su esposa y es entonces cuando ella concibe mellizos.
Nada será igual a partir de ese momento. Desde el vientre, Rivka percibe la lucha entre ellos, una tensión que anticipa la complejidad de sus futuros.
El parto también es inusual, uno nace tomado del talón del otro.
Las diferencias entre los hermanos son abismales, no solo en lo físico sino también en lo espiritual.
Esaú es fuerte, velludo, cazador; Yaakov, en cambio, es tranquilo, estudioso y reflexivo. Estas diferencias se hacen evidentes cuando Esaú vende su primogenitura por un guiso de lentejas.
Itzjak, anciano y con la vista debilitada, decide bendecir a su hijo mayor. Rivka, recordando la profecía que recibió, viste a Yaakov con las ropas de Esaú y cubre sus brazos con pieles para que su padre lo reconozca como el destinatario de la bendición. Esto genera un conflicto profundo entre hermanos y obliga a Yaakov a abandonar el hogar.
Aquí surge una pregunta necesaria: ¿vale más el engaño que la verdad? ¿Determina la ropa quiénes somos o cuánto valemos?
En realidad, cada persona es única e irrepetible.
Incluso los mellizos comparten ADN, pero no así su destino.
La verdad —por dura que sea— debe asumirse con integridad; no tiene sentido disfrazarse para cumplir expectativas ajenas.
Toldot nos enseña que las apariencias engañan, que no todo se ve con los ojos, que la intuición y la percepción interior muchas veces revelan más que la mirada superficial.
En la actualidad, en este tiempo de cese al fuego, la sociedad está más atenta que nunca. No se deja engañar fácilmente. Tiene memoria, dolor y claridad.
Los trajes elegantes de los funcionarios internacionales no cambiarán nuestra convicción ni nuestro derecho a la defensa y a la existencia. Defender a Eretz Israel está en nuestros genes. No abandonamos, ni bajamos los brazos. Somos descendientes de Abraham y esta generación —más que nunca— lucha por su continuidad y por su vida.
Que este Shabat sea un respiro luminoso, una luz de paz para todo Am Israel.
Shabat Shalom.
Am Israel Jai
Susy Lapilover
