
Llegar a la meta es también dar comienzo a un nuevo ciclo. Esto es lo que ocurre cuando llega Rosh Jodesh —nuevo mes—, volvemos a contar desde uno. Es una nueva chance para volver a empezar. Esta semana cerramos el cuarto libro de la Torá, Bamidbar -Números- y lo hacemos con la lectura de dos parashiot unidas, Matot y Masei (Tribus y Viajes).
El relato es fascinante. No solo repasa el recorrido por el desierto, sino que establece los compromisos y las decisiones que deberán asumir las tribus de Israel al entrar a la Tierra Prometida. Como cada año, este cierre se acerca a Tishá BeAv, el día más triste de nuestro calendario, que coincide esta vez con Rosh Jodesh Av. Un mes cargado de memoria, duelo, preguntas abiertas y también de esperanza.
Todo gira en torno al compromiso con la palabra, como símbolo de fidelidad. En la parashá Matot leemos: “…Cuando un hombre haga un voto al Eterno o haga un juramento… no profanará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca…” Bamidbar -Números- 30:3.
Al final de cuentas, la sola palabra debe ser garantía de todo cuanto decimos. Es sagrada. Es un compromiso moral. Como pueblo, hicimos votos. Prometimos cuidar la vida, proteger a los nuestros y no callar ante la injusticia. No podemos permitir que esas promesas se evaporen, cual vapor de agua, reescribiéndose o negándose.
Nuestra palabra, como nuestra historia, no puede ser profanada ni olvidada. Debe recordarse y ser honrada.
Es el mismo pacto que hicieron las tribus de Reuvén, Gad y la mitad de Menashé. Ellos pidieron establecerse fuera de la Tierra Prometida y Moshe aceptó, pero bajo una condición muy clara, si sus hermanos estaban en peligro, irían a luchar junto a ellos. “…Nosotros construiremos corrales para nuestro ganado y ciudades para nuestros niños…” ”…Luego iremos listos al combate delante de los hijos de Israel hasta que los hayamos llevado a su lugar…” (Bamidbar -Números- 32:16-17).
En Masei se enumera el itinerario completo del pueblo desde que salieron de Egipto. Cada parada tiene un nombre, una historia. “…Estas son las jornadas de los hijos de Israel…” (Bamidbar -Números- 33:1).
Porque cada paso, deja una huella indeleble y si no recordamos nuestro origen, corremos el riesgo de repetir los mismos errores. Al cierre de esta parashá, las hijas de Tzlofjad, son las que reclaman tierra en nombre de su padre. “…Que no se borre el nombre de nuestro padre por no tener hijo…” (Bamidbar -Números- 27:4) Ellas piden un lugar. No por rebeldía, sino por justicia.
Varias son las enseñanzas que nos dejan estas parashiot y hoy tienen más vigencia que nunca.
En un mundo dominado por la tecnología y la información instantánea, nos estamos olvidando de hablar con buena intención, de escuchar con atención, de usar la palabra como puente y no como arma.
Este Shabat, recordemos al mundo que somos un pueblo que no se calla, que tiene memoria, que defiende a sus hermanos sin importar dónde estén ni quiénes sean. Por eso, no importa en qué lugar del mundo te encuentres. Este Shabat y este Rosh Jodesh, que sea el comienzo de un nuevo ciclo, uno en el que renueves tus fuerzas, tus palabras, tu compromiso con la vida. Y que esa paz que tanto anhelamos, la que solo Él puede dar, empiece en tu voz, en tus actos, en tu corazón.
Shabat Shalom uMevoraj.
Susy Lapilover
Bring Them Home Now
Am Israel Jai