Desde el Área de Personas Mayores, reafirmamos nuestro compromiso con la promoción de una mirada activa, participativa y respetuosa de esta etapa de la vida.
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Un milagro para una sociedad insensible
Comentario a II Reyes 4:1-37
Los primeros capítulos del Sefer Melajim Bet (II Reyes) contienen algunas de las historias sobre Eliseo, Elisha, un profeta y hacedor de milagros.
Un día, una viuda acude a él angustiada, en uno de los pasajes más estremecedores del Tanaj: “Tu siervo, mi marido, es muerto… y el acreedor ha venido a llevarse mis dos hijos por siervos” (Capítulo 4, versículo 1).
La mujer tiene deudas que no puede pagar y el acreedor amenaza con tomar a sus hijos como esclavos. Todo lo que ella tiene es una jarra de aceite. Eliseo le dice que recoja recipientes vacíos de sus vecinos y que vierta su aceite en ellos. Ocurre un milagro, y su pequeña jarra no se vacía hasta que todos los recipientes vacíos se llenan de aceite.
El profeta Elisha, con este milagro, hizo que la mujer y sus hijos puedan pagar su deuda. Sin embargo, el profeta no pudo resolver la raíz del problema.
Como si tratara de poner una gran lupa sobre el hecho, se observa que el fenómeno de la esclavitud es descrito de un modo muy grave: insisto, el acreedor quiere cobrar la deuda tomando como esclavos a los hijos de la viuda.
Al menos de aquí, se infiere que en esos tiempos, la ley no impedía tomar esclavos como moneda de cambio para saldar una deuda. Según la Torá este acto está prohibido, pero principalmente, es repulsivo desde el simple aspecto ético y humano.
Pero, en efecto, y más allá del milagro de la jarra de aceite, ¿por qué Elisha no interpeló directamente al prestamista? Porque el profeta no puede luchar para erradicar la raíz del mal: no puede cambiar la norma que le permite a éste y a otros prestamistas actuar de este modo. Elisha puede hacer milagros, pero no puede cambiar el orden social y transformarlo, al menos no él solo.
Por eso el grito de la madre es una súplica contra este desmoronamiento social, ante un profeta que aunque quisiese, no tenía la capacidad de corregir esta fractura.
Esta historia delata una herida de la sociedad que aún hoy, queda expuesta en el trato al pobre, al diferente, al extranjero, al desconocido. Por eso, esta haftará es una alegoría del ser humano traspasando los límites de la indiferencia y perdiendo su humanidad.
En la conexión con el fragmento de la Torá que nos reúne esta semana, la historia de Sedom (Sodoma) nos interpela a examinarnos como sociedad: “Y dijo el Eterno: el clamor de Sedom y Amorá es enorme, y su pecado es sumamente grave…” (Génesis 18:20)
Distintas fuentes tratan de explicar cuál fue este “pecado sumamente grave”. En ese sentido, el comentarista medieval Rabbeinu Bahya indica que el pecado más grave de Sedom, incluso más que la inmoralidad sexual, la blasfemia, el asesinato de inocentes y la idolatría, es el relacionado con la falta de tzedaká entendida como la falta de justicia, la indiferencia ante el Otro. Y ese fue el límite.
Una mujer que teme la esclavitud de sus hijos, pone de manifiesto un entramado social corrupto que permite al prestamista hacer semejante amenaza, aparentemente sin que nadie intervenga para detener esta injusticia.
Frente a la apatía y el desinterés, el milagro del profeta exige justicia ante una sociedad insensible a los más débiles y desprotegidos.
La historia de la viuda y su paralelo con la historia de Sedom, nos demuestra que el ser humano que no reconoce la humanidad en el Otro, está perdiendo a su vez su propia humanidad.
Lo verdaderamente grave, en ese entonces y hoy, es no ver lo que pasa alrededor. Aceptar las cosas como son es permitir que en cada generación y en cada lugar exista un estándar que imponga de qué manera se mide el mundo.
Rab. Lord Jonathan Sacks Z´L aseguró que “en un mundo que reclama cada vez más diversidad y tolerancia, el camino a recorrer es el principio de responsabilidad colectiva”.
Parafraseando el conocido principio que resume toda la Torá: “hacer por Otro lo que harías por ti mismo”. No se necesita ser un profeta para hacer actos que revelen lo Divino que habita en cada uno: son nuestros pequeños actos, los que puede representar un gran milagro para alguien.
Por eso, no debemos aceptar el mundo como es.
Debemos desafiarlo en nombre del mundo que debería ser.
Esa es nuestra responsabilidad.
Shabat Shalom umeboraj!
Seba Cabrera Koch
A la bendita memoria de Yitzhak Rabin Z´L.
Fuentes
-Bin Nun, Y. La ley de los esclavos en Israel. Cortesía sitio 929. 2025 © HaTanakh.com
-Brander, K. Coaxing Divine Miracles to Heal our Wounded. 2025 © Sefaria
Cabrera Koch, S. Shabat Vaierá: El mito de Procusto y el pecado de Sedom. 2023 © Radio Jai
-Coffman, Aryeh. Tora con comentario de Rashi, tomo 1 Bereshit – Génesis. 2001. Editorial Jerusalén
-Rabbeinu Bahya (Bahya ben Asher, rabino, erudito y cabalista. Nació hacia el siglo XIV en Zaragoza; y se radica en Eretz
israel, donde fallece): comentario a Bereshit 18:20. Consultado desde Sefaria.org
-Reyes II. 4:1-37. Consultado desde Sefaria.org
-Reyes II. Capítulo 4. Version en castellano consultada desde HaTanakh.com
-Sacks, J. Covenant and conversation: Vayera. © 1981-2023 The Rabbi Sacks Legacy Trust
-Samet, E. Elishá frente al fenómeno de la esclavitud. Cortesía sitio VBM de Har Etzion. 2025 © HaTanakh.com
Parasha Vaiera
Hay historias en la Torá que no se leen, se sienten. La de Hagar, Ishmael, Abraham y Sara es una de esas. Una historia incómoda, de esas que te dejan un nudo en la garganta más que una enseñanza fácil. Hagar, la asistente egipcia de Sara, termina siendo la madre del primer hijo de Abraham. Pero el texto dice: “Entonces Sarai la afligió, y ella huyó de su presencia.” (Génesis 16:6) Y ahí, entre esas pocas palabras, se esconde un mundo. Dolor, poder, silencios, y una humanidad que la Torá nunca disfraza. Esta semana la historia sigue, y se pone todavía más dura: Hagar es enviada lejos junto a su hijo. Sara lo pide, Dios lo permite, Abraham lo hace. Una escena difícil de justificar, y aún más difícil de entender.
Los comentaristas tampoco la endulzan. Najmánides dice sin vueltas que tanto Abraham como Sara actuaron con dureza. Lo llama, directamente, un error. Y entonces aparece la pregunta: ¿por qué la Torá cuenta algo tan incómodo? Podría haberlo omitido. Pero no. Lo deja ahí, como quien pone un espejo frente a nosotros. Quizás porque la Torá no es un libro de héroes, sino un libro de humanidad. Nos muestra también las sombras de quienes admiramos, para que aprendamos en qué no repetirnos.
El texto aclara que Hagar era egipcia. Y el verbo que usa para describir su sufrimiento “afligir” es el mismo que Dios va a usar después cuando le anuncia a Abraham el futuro de su pueblo: “Tus hijos serán extranjeros en una tierra ajena, donde serán esclavizados y afligidos durante cuatrocientos años.” (Génesis 15:13). Como si el Éxodo ya empezara acá, en miniatura. Hagar, la mujer egipcia que sufre en la casa de Abraham y Sara, se convierte sin saberlo en el anticipo del pueblo judío esclavizado siglos después en Egipto. La historia se da vuelta: lo que hicimos, nos lo harán. Lo que dolió en ella, nos prepara para entender el dolor del otro.
Cuando Abraham finalmente la despide con pan y agua, Hagar se pierde en el desierto de Beer Sheva. Se queda sin agua, deja a su hijo bajo un arbusto y llora. Entonces un ángel le dice: “No temas, porque Dios ha oído la voz del muchacho desde donde está.” (Génesis 21:17)
Sus ojos se abren, ve un pozo, y la vida vuelve. Esa escena no es casual. El pueblo judío también va a salir de la esclavitud hacia el desierto, también va a perderse, también va a tener sed, y también va a escuchar la misma frase: “No teman.” (Éxodo 14:13)
Incluso los gestos se repiten: Abraham pone el pan sobre el hombro de Hagar (Génesis 21:14); siglos después, los israelitas van a cargar la Matzá sobre sus hombros al salir de Egipto (Éxodo 12:34). La misma imagen, otro tiempo. El mismo pan, otro exilio.
Y tal vez ahí esté la enseñanza. La Torá no muestra errores por morbo, sino para despertarnos sensibilidad. Por eso, una y otra vez, nos recuerda: “Amarás al extranjero.” (Deuteronomio 10:19) Y agrega: “No oprimirás al extranjero, porque ustedes fueron extranjeros en la tierra de Egipto.” (Éxodo 22:21)
No para quedarse en la herida, sino para no perder la empatía. Porque quien una vez fue Hagar, no puede volver a oprimir a otra Hagar. El poder se vuelve sagrado sólo cuando se usa para cuidar.
Hagar no desaparece. Su nombre “la extranjera” queda en la Torá como un espejo que incomoda, pero que necesitamos mirar. Nos recuerda que todos, alguna vez, fuimos forasteros: en una historia, en una casa, o incluso en nuestra propia piel. Y que la verdadera grandeza no está en fundar naciones, sino en aprender a mirar el dolor del otro sin correrlo del lugar.
Porque (y esto ya no lo dice la Torá, lo dice la vida) no hay desierto más grande que el de quien no ve al otro. Y no hay pozo más profundo que aquel donde, por fin, alguien nos ofrece agua.
Shabat Shalom.
Wally Liebhaber
Parasha Lej Lejá
Abraham Parte de Ur Caldea, hacia la tierra prometida.
En los últimos versículos de la Parashá Noaj, se describe un gran movimiento ¨Teraj tomó a Abram su hijo, a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai su nuera, mujer de Abram y salieron con ellos de Ur, de los Caldeos, para ir a la tierra de Canaán, llegaron hasta Jarán y se establecieron allí Fueron los días de Teraj Doscientos cinco años y murió en Jarán. (Noaj 11 31, 32)
Seguidamente, en la Parashá Lej Lejá, Hashem habla al corazón de Abram ¨Vete para tí, de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré¨ (Lej Leja 12.1.)
Abram, el hijo de Teraj es llamado por D-os a emprender un viaje a otra tierra, que le será mostrada.
Si profundizamos, Hashem propone a Abram algo extaordinario ¨Ve para tí…¨ (Lej Leja12.1) ve hacia tu ser verdadero, adéntrate en tu corazón, búscate y se capaz de ir más allá de tus límites.
Hashem, propone a Abran un movimiento que en una primera etapa es hacia el interior de sí y que luego dará por resultado un movimiento hacia afuera que, aún Abram desconoce.
Hashem prosigue´´Hare de tí una gran nación, te bendeciré, engrandeceré tu nombre y serás una bendición ´´ (Lej Lejá 12 .2).
Abram se entrega al llamado y emprende el viaje.
Abram reconoce lo falso de los ídolos y toma conciencia de que hay algo más grande, que los designios condicionados por los astros que él estudiaba.
El Patriarca junto a Sarai, comparte con todos los cercanos y con su sobrino Lot, los nuevos conceptos, acerca de la existencia de un D-os único.
En su búsqueda recorre tierras y va trazando su camino. En cada asentamiento, edifica un altar al eterno, para agradecer y testificar ante todos su amor y entrega al d-os único.
En su vida, Abram tuvo diez grandes pruebas, que solo con su enorme amor al Santo Bendito Sea y su gran Emuná pudo atravesar.
Comienza el camino teniendo que abandonar su tierra. Superar el hambruna de Canaán y para ello tener que bajar a Egipto. Vivir la captura de Sara por el Faraón. Una guerra contra los reyes que capturaron a Lot. Tomar a Hagar como esposa. Circuncidarse a sí mismo. Sara es llevada al palacio de Avimelej. La expulsión de Hagar y de su hijo Ishmael y por último la Akeda de su hijo Itzjak.
Abram, en un camino de tan duros desafíos, finalmente se encuentra con sus verdades más íntimas.
Su Neshama crece y a sus 99 años recibe una nueva promesa de Hashem ¨Yo soy El Sha dai, camina ante Mí y se íntegro¨ (Lej Leja17.3) ¨En cuanto a Mí, este es mi pacto contigo, serás padre de una multitud de naciones¨ (Lej Leja 17,4¨). ¨Tu nombre no será más Abram, sino Abraham será tu nombre, porque te he hecho padre de una multitud de naciones¨ (Lej Lejá17.5)
La lectura de esta Parasha interpela al lector de cada generación.
Hoy más que nunca, creo que nuestro trabajo es saber leer y escuchar los textos de la Torá en primera persona.
Lej Lejá es un susurro en el que Hashem nos habla y nos invita a preguntarnos quienes somos realmente, sin etiquetas y sin altas expectativas.
¿Estaríamos dispuestos a reencaminar algunas áreas de nuestras propias vidas?
Al igual que el Patriarca, confío en que todos tenemos la posibilidad de influenciar nuestro mundo sembrando pequeños actos de bondad.
Con voluntad de trabajo podemos generar grandes cambios en aras del bien común.
Estoy convencida que nuestras acciones igual que las del patriarca Abraham pueden trascender nuestro corto tiempo de vida.
Cada uno de nosotros somos una pequeña porción de algo más grande y nuestro pequeño hacer es indispensable para completar la obra.
Quiera d os que este Shabat sea una nueva oportunidad para contactar con nuestra Neshama.
Que podamos vislumbrar el potencial por despertar en cada uno de nosotros.
Aventurarnos a los cambios necesarios, sabiendo que se presentarán las pruebas, que una vez sorteadas no harán más fuertes y seguramente más humanos.
¡Shabat Shalom Umeboraj!
Daliah Ruth Faingold
Haftara Lej Lejá
En Haftara Lej-Leja, el profeta Isaías ofrece al pueblo de Israel un mensaje de tranquilidad. ¿Por qué? Porque para el siglo VI a.e.c, Israel había estado en el exilio durante décadas, pero Isaías le dice al pueblo que D´s no los ha abandonado y que todavía está preocupado por su bienestar.
Alguna vez les dijeron “no es el qué, es el cómo” bueno…eso le pasa a Isaías. Él transmite un mensaje de apoyo y atención por lo divino, pero en un tono no muy simpático. La Haftará comienza con una reprimenda: “¿Por qué dices, oh Jacob , por qué declaras, oh Israel, ‘Mi camino está escondido del Señor, mi causa es ignorada por mi Dios’? ¿No sabes? ¿No has oído? El Señor es Dios eterno”.
Isaías le recuerda sin demasiadas vueltas a la gente que D´s todavía está involucrado en sus vidas y que sigue siendo todopoderoso (que suerte la nuestra). Al parecer D´s no nos abandono pero la gente se ha alejado un poco de su senda y han perdido la fé dejándose seducir por los ídolos y dioses de otros pueblos. Isaías crítica esta elección, comparando los ídolos, que ni siquiera pueden sostenerse, con D´s, que es poderoso y fuerte. O sea, en criollo, les dice: ¿en serio vas a elegir y comparar a ese ídolo vs el N°1 del Universo?
En Lej-Lejá, se le promete a Abraham que su descendencia será una gran nación, más numerosa que todo el polvo de la tierra. Para realizar este destino, Abraham tiene que soportar muchos desafíos y tentaciones. Así también, en la Haftará se le recuerda al pueblo de Israel que tendrán buena fortuna y grandes cosas en el futuro, si tan solo pueden ser como Abraham, siguiendo los mandamientos proscritos de D´s y resistiendo la tentación de los ídolos.
Shabat Shalom
Wally Liebhaber
Parasha Noaj
Querido Noaj:
Hace años ansío escribirte estas palabras, pero siempre encontré una excusa perfecta para postergarlo.
Sobreviví al diluvio, a tu diluvio, pero nunca nada pudo volver a ser igual.
La ultima vez que te sentí pleno fue esa noche, donde el mundo era mundo, donde Dios era Dios y no había ninguna misión divina. Fuiste un tipo Justo, Integro, con los pies en la tierra, tan justo que hasta el mismísimo Dios te puso por encima de todos los demás.
Fuiste llamado a hacer un Arca en la cima del monte, aun sabiendo que todo seria destruido, que nada seria como antes. Fijate la ironía divina, te pidieron un arca de madera en lo alto de un monte. En lo alto, ahí arriba, donde podías verlo todo. Donde solo con desviar la mirada en algunos de los mas de 100 años donde subiste y bajaste en cada mañana y en cada noche, podías ver la mirada de tus pares, de tus amigos, de tus vecinos y aunque sea preguntar, si en verdad destruirlo todo era la respuesta correcta.
Me llevo años y años poder entenderte, encontrar el por qué. Sentí que solo podría perdonarte si encontraba esa respuesta.
Hillel decía: “Im Ein Ani LI, ¿Mi Li?, Ujsheani leatzmi, ¿ma ani?” “si yo no pienso en mi quien pensará en mí, pero si solo pienso en mi, ¿quien soy?”
Sin duda faltó hacer la segunda pregunta, la que podía salvarte y salvarlos.
Salvarte de olvidarte quien eras, de transformar tu ser justo que te caracterizaba en ser igual a los otros, hiciste un pacto a espaldas de todos los que te rodeaban y solo lo usaste para vos.
Salvarlos, al poder darles una nueva oportunidad, al hablar a ellos, transformándote en no solo el salvador sino en el líder de todo ese pueblo. Salvarlos buscando en Dios su espíritu de creación, y no de destrucción.
No deje de preguntarme: “Eija, como puede ser?”
Fuiste el hombre que todos queríamos ser, pero te concentraste tanto en el arca, que todo lo demás desapareció. Es el ejemplo mas real de la historia de la creación. Tan metido en tu arca, Noaj Querido, que todo lo que podía llegar a ser quedo del otro lado de la madera.
Recuerdo bien que tu arca llevaba una ventana, pero a quien le gustaría estar ahí, viendo desde la ventana como todo se destruye? pero claro, la ventana era la clave de todo.
Esa ventana en el arca, servía no solo para ver lo que había del otro lado e intentar hacer algo al respecto, sino para enseñarnos en el hoy, a no quedarnos de brazos cruzados cuando vemos que del otro lado de nuestra ventana el mundo esta mal.
La paloma voló, el agua bajo y fue tan grande tu tristeza y tu soledad que solo buscaste un pedazo de tierra para plantar una viña y emborracharte.
Noaj Noaj Noaj, Todo tu mundo había desaparecido, hasta quizás vos habías desaparecido. Tu esencia, tu Neshama, tu forma de ser y entender el mundo.
Aprendí con el tiempo a perdonar, pero así como Dios prometió nunca mas hacer un diluvio yo me prometí nunca mas olvidarme de mirar por la ventana.
Miles de años mas tarde Martin Luther King dijo: “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos.”
No hizo falta ser un malvado, porque hasta podías ser Justo en tus generaciones, pero el error fue ser indiferente.
¿Cómo sería todo si el diluvio fuese hoy, en este mundo, en este país con tanta corrupción, violencia y falta de empatía? ¿Cómo seria ese diluvio? ¿Cómo serias vos en el diluvio?
Sin duda el pasado nos cambio, pero depende de nosotros sanar para curar y curar para perdonar.
Yo curé y entonces de alguna manera, vos también.
Hasta Siempre,
Noaj.
Su yo del presente, que busca frenar para sanar.
Su yo del pasado, que dejo una huella imborrable, pero no incurable.
Sin duda en la historia de cada uno de nosotros hay algo, un momento, un lugar, un recuerdo que preferimos olvidar, pero dicen que “Aprendemos mucho de las cosas que detestamos” y entonces, quizás aprender sea la mejor oportunidad de sanar, curar, perdonar y mejorar.
Podamos todos sentirnos en la cima del monte, pero no olvidemos que estamos ahí, no para sentirnos mas sino para ser mas persona. para mirarlo todo a través de nuestra ventana y decidir cual será nuestro próximo paso para salvarnos a nosotros y a todo y todos los que nos rodean.
Shabat Shalom
Sem. Brian Bruh
Haftara Noaj
Hay textos que no pierden fuerza con el paso del tiempo. La Haftará de esta semana —tomada del profeta Isaías— es uno de ellos. Habla de esperanza cuando todo parece perdido, de amor cuando lo único que se ve es desolación.
Dios le dice al pueblo:
“Esto será para mí como las aguas de Noaj: así como juré que el diluvio no volvería a cubrir la tierra, también juro que mi enojo no durará para siempre.”
Son palabras que llegan como un abrazo.
El diluvio fue el momento más oscuro de la humanidad, una limpieza total después del caos.
Pero incluso de ese desastre, nació un nuevo comienzo. Noaj, con su arca, representa la capacidad humana de construir refugio en medio de la tormenta.
Y la Haftará toma esa imagen y la transforma: dice que, aun cuando las montañas tiemblen, el amor no desaparece.
“Las montañas podrán moverse y los montes tambalear, pero mi amor no se apartará de ti.”
No es una promesa de que no habrá más tormentas. Es una promesa de que no estaremos solos dentro de ellas.
El arco iris, que aparece después del diluvio, no borra la lluvia: la atraviesa con luz. Es el símbolo perfecto de lo que nos enseña esta Haftará: que incluso las lágrimas pueden volverse color cuando hay esperanza detrás.
El profeta le habla a un pueblo que siente que ya no tiene futuro, como alguien que perdió todo y no cree poder volver a empezar. Pero le dice:
“Cantá, aunque sientas vacío. Abrí espacio en tu tienda, hacé lugar para la vida que todavía no llegó.”
Es un mensaje para cada uno de nosotros. Todos pasamos por nuestros propios “diluvios”: pérdidas, desilusiones, silencios. Y, sin embargo, siempre hay algo que sobrevive. Siempre hay una pequeña “teva”, un espacio donde el alma resiste, esperando que la lluvia pare.
La Haftará de Noaj no es una historia lejana. Es una invitación a volver a creer en la reconstrucción, en que después de cada caos hay un nuevo comienzo.
El mundo no necesita que no haya tormentas; necesita personas que sigan buscando el arco iris.
Sem. Martín Smith
Parasha Bereshit
PARASHA BeReiSHitT – בראשית
BeReiSHitT (Génesis) 1:1 – 6:8
Shabat MevarJim
BEREISHIT, la primera porción del primer Libro de La Torah, comenzando asi el ciclo anual de lectura.
La creación en seis dias, shabat, descripción del Gan Eden, el Hombre, instrucciones del caso, el episodio de la serpiente & Java y la consecuencia de este episodio, Cain & Abel, descendientes de Cain, nacimiento de Shet y Enosh, diez generacion entre Adam y Noah.
Primer gran divorcio en puerta D’s habla de borrar al Hombre de la faz de la tierra, y cierra con “MAS NOAJ HALLÓ GRACIA ANTE LOS OJOS DE HASHÉM” (Bereishit 6:8)
Mucho verbos. Crear, hacer, decir, VER y OIR, o MIRAR y ESCUCHAR.
Parece que los ojos y los oídos pueden darnos una información particular de la situacion… que hay un conocimiento que “se ve”, que se aprecia con los ojos, y hay una sabiduría que llega a traves de la escucha … mas allá de lo que se ve y lo que se escucha.
Será que el desarrollo de la vista y la escucha no es solo una función física? Será que ese ve y se escucha con otro sentidos? Será que alli hay algo para despertar?
Será que en el desarrollo de estas funciones, podemos comenzar o cerrar ciclos? y que vamos creciendo en un espiral ascendente en la medida en la que podemos captar la Luz y afinar el oido?
Será que una persona no ve y escucha lo que puede, sino que ve y escucha lo que sabe?
En Bereishit, hay enunciados, hay creación, hay luz, hay bueno, hay muy bueno. Hay orden, hay descripciones, hay conversaciones, hay riesgo de divorcio y hay alguien (Noah) que “…halló gracia ante LOS OJOS DE HASHÉM” (Bereichit 6:8)
Semana Particular esta de Bereishit.
Semana aguda, fervorosa, energíca.
A esta altura de la escena, alguien cree que lo sucedidos son una casualidad?
No me refiero a algún episodio particular. Porque todo es particular.
Digo que ningún episodio, cualquiera sea, es casual.
Estamos en la semana BEREISHIT, y cada año, a esta altura del año es semana Bereishit.
Semana “Principio”.
Semana “Orígen”
Semana “Germen”
Un principio no es un comienzo.
Un principio es una oportunidad, se ese gran momento y esperanzador momento en el que puedo tomar todo eso con lo que cuento y REORDENARLO.
Un principio es una BISAGRA.
BEREISHIT ES EL PRINCIPIO DE LA CREACION.
Y eso solo significa que es la oportunidad de disponer nuevas reglas y armar un nuevo escenario.
En cada vuelta de ciclo está incluida la sabiduría o la instrucciones que anteriormente no supimos ver o no supimos oír, y es esta la oportunidad de reiniciarla. Es un espiral, y vas conformándo con lo que te fuiste nutriéndo.
Los ojos como instrumento, nos permiten percibir la luz y los oídos como herramienta, nos permiten encontrar el equilibrio.
Desarrolla, desenvuélvelelve y define nuevas reglas. Eso creará tu nuevo escenario.
Es tu derecho y tu obligación crear una vida en exquisita y sutil alineación con lo que deseas ser.
Siempre está la oportunidad del Bereishit
Y la Torah como fuente de sabiduría lo pone a nuestra disposición cada instante.
es Mi Mayor deseo para todos, todos, que este comienzo de ciclo, y que cada comienzo de ciclo, siempre sea LUMINOSO y EQUILIBRADO.
Que LaTorah sea nuestra fuente.
SERÁ. QUE ASI SEA.
Shabat Shalom Umeboraj
Silvia Dvoskin
Haftara Bereshit
La haftará de esta semana, correspondiente a Parashat Bereshit, nos lleva al libro del profeta Isaías. Allí, Dios se presenta como el Creador de los cielos y la tierra, pero también como Aquel que da aliento y espíritu a las personas. No es un Dios lejano, sino uno que sigue involucrado en Su creación, que sigue sosteniendo la vida a cada instante. Dice Isaías: “Yo, Hashem, he creado los cielos y los he extendido; formé la tierra y lo que en ella hay; doy aliento al pueblo que la habita y espíritu a los que en ella caminan.” Este pasaje nos recuerda que la creación no terminó en el sexto día, sino que continúa. Cada respiración, cada amanecer, cada encuentro, son parte de ese acto creador que todavía sigue ocurriendo. Pero lo más profundo de esta haftará no es solo la descripción del poder de Dios, sino el llamado que Él nos hace como pueblo. En otro versículo, leemos: “Te he llamado en justicia, te he tomado de la mano; te he puesto por luz de las naciones, para abrir los ojos a los ciegos y sacar de la cárcel a los que moran en tinieblas.”
Ser “luz de las naciones” es una responsabilidad enorme. No se trata solo de tener fe, sino de vivirla, de actuar con justicia, de acompañar a quienes están en la oscuridad, sea una oscuridad externa o interna. Isaías nos enseña que la luz no se impone: se ofrece. Y cada uno de nosotros tiene la posibilidad de ser una chispa que ilumine su entorno.
En la segunda parte de la haftará, aparece una voz llena de ternura y consuelo: “No temas, porque Yo te redimí; te puse nombre, mío eres.” Es una de las frases más personales y esperanzadoras del Tanaj. Nos dice que Dios nos conoce, nos llama por nuestro nombre y no nos suelta la mano. No somos una parte más del mundo creado: somos parte de Su historia, de Su plan, de Su cuidado constante.
Esta combinación entre grandeza cósmica y cercanía íntima es lo que hace tan especial esta haftará. Dios crea galaxias y mares, pero también nos acompaña en nuestras propias aguas turbulentas. Nos invita a confiar, a no tener miedo, a recordar que cada vez que actuamos con bondad o justicia, también estamos participando en la creación.
Quizás ese sea el verdadero mensaje de Isaías: la creación no es solo un acto del pasado, sino una tarea presente. Dios crea el mundo, pero nos invita a recrearlo cada día con nuestras decisiones, con nuestra manera de mirar, de hablar y de relacionarnos con los demás.
Que esta haftará de Bereshit nos inspire a reconocer la luz divina en todo lo que nos rodea, y también a convertirnos nosotros en una pequeña luz para los demás. Porque en definitiva, cada vez que elegimos el bien, estamos ayudando a que el mundo vuelva a empezar.
Yael Krochmal
¡Felicidades a las novias de la Torá 5786!
Silvia, Judith y Marisa representan la fuerza, la pasión y el compromiso de todo nuestro equipo, profesional y voluntario, que día a día hace posible una Comunidad viva, fuerte y en constante crecimiento. ¡Felicitaciones a nuestras Novias de la Torá!
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