Parasha Bereshit

PARASHA BeReiSHitT – בראשית
BeReiSHitT (Génesis) 1:1 – 6:8
Shabat MevarJim

BEREISHIT, la primera porción del primer Libro de La Torah, comenzando asi el ciclo anual de lectura.

La creación en seis dias, shabat, descripción del Gan Eden, el Hombre, instrucciones del caso, el episodio de la serpiente & Java y la consecuencia de este episodio, Cain & Abel, descendientes de Cain, nacimiento de Shet y Enosh, diez generacion entre Adam y Noah.

Primer gran divorcio en puerta D’s habla de borrar al Hombre de la faz de la tierra, y cierra con “MAS NOAJ HALLÓ GRACIA ANTE LOS OJOS DE HASHÉM” (Bereishit 6:8)

Mucho verbos. Crear, hacer, decir, VER y OIR, o MIRAR y ESCUCHAR.

Parece que los ojos y los oídos pueden darnos una información particular de la situacion… que hay un conocimiento que “se ve”, que se aprecia con los ojos, y hay una sabiduría que llega a traves de la escucha … mas allá de lo que se ve y lo que se escucha.

Será que el desarrollo de la vista y la escucha no es solo una función física? Será que ese ve y se escucha con otro sentidos? Será que alli hay algo para despertar?

Será que en el desarrollo de estas funciones, podemos comenzar o cerrar ciclos? y que vamos creciendo en un espiral ascendente en la medida en la que podemos captar la Luz y afinar el oido?

Será que una persona no ve y escucha lo que puede, sino que ve y escucha lo que sabe?

En Bereishit, hay enunciados, hay creación, hay luz, hay bueno, hay muy bueno. Hay orden, hay descripciones, hay conversaciones, hay riesgo de divorcio y hay alguien (Noah) que “…halló gracia ante LOS OJOS DE HASHÉM” (Bereichit 6:8)

Semana Particular esta de Bereishit.

Semana aguda, fervorosa, energíca.

A esta altura de la escena, alguien cree que lo sucedidos son una casualidad?

No me refiero a algún episodio particular. Porque todo es particular.

Digo que ningún episodio, cualquiera sea, es casual.

Estamos en la semana BEREISHIT, y cada año, a esta altura del año es semana Bereishit.

Semana “Principio”.

Semana “Orígen”

Semana “Germen”

Un principio no es un comienzo.

Un principio es una oportunidad, se ese gran momento y esperanzador momento en el que puedo tomar todo eso con lo que cuento y REORDENARLO.

Un principio es una BISAGRA.

BEREISHIT ES EL PRINCIPIO DE LA CREACION.

Y eso solo significa que es la oportunidad de disponer nuevas reglas y armar un nuevo escenario.

En cada vuelta de ciclo está incluida la sabiduría o la instrucciones que anteriormente no supimos ver o no supimos oír, y es esta la oportunidad de reiniciarla. Es un espiral, y vas conformándo con lo que te fuiste nutriéndo.

Los ojos como instrumento, nos permiten percibir la luz y los oídos como herramienta, nos permiten encontrar el equilibrio.

Desarrolla, desenvuélvelelve y define nuevas reglas. Eso creará tu nuevo escenario.

Es tu derecho y tu obligación crear una vida en exquisita y sutil alineación con lo que deseas ser.

Siempre está la oportunidad del Bereishit

Y la Torah como fuente de sabiduría lo pone a nuestra disposición cada instante.

es Mi Mayor deseo para todos, todos, que este comienzo de ciclo, y que cada comienzo de ciclo, siempre sea LUMINOSO y EQUILIBRADO.

Que LaTorah sea nuestra fuente.

SERÁ. QUE ASI SEA.

Shabat Shalom Umeboraj
Silvia Dvoskin

Haftara Bereshit

La haftará de esta semana, correspondiente a Parashat Bereshit, nos lleva al libro del profeta Isaías. Allí, Dios se presenta como el Creador de los cielos y la tierra, pero también como Aquel que da aliento y espíritu a las personas. No es un Dios lejano, sino uno que sigue involucrado en Su creación, que sigue sosteniendo la vida a cada instante. Dice Isaías: “Yo, Hashem, he creado los cielos y los he extendido; formé la tierra y lo que en ella hay; doy aliento al pueblo que la habita y espíritu a los que en ella caminan.” Este pasaje nos recuerda que la creación no terminó en el sexto día, sino que continúa. Cada respiración, cada amanecer, cada encuentro, son parte de ese acto creador que todavía sigue ocurriendo. Pero lo más profundo de esta haftará no es solo la descripción del poder de Dios, sino el llamado que Él nos hace como pueblo. En otro versículo, leemos: “Te he llamado en justicia, te he tomado de la mano; te he puesto por luz de las naciones, para abrir los ojos a los ciegos y sacar de la cárcel a los que moran en tinieblas.”

Ser “luz de las naciones” es una responsabilidad enorme. No se trata solo de tener fe, sino de vivirla, de actuar con justicia, de acompañar a quienes están en la oscuridad, sea una oscuridad externa o interna. Isaías nos enseña que la luz no se impone: se ofrece. Y cada uno de nosotros tiene la posibilidad de ser una chispa que ilumine su entorno.

En la segunda parte de la haftará, aparece una voz llena de ternura y consuelo: “No temas, porque Yo te redimí; te puse nombre, mío eres.” Es una de las frases más personales y esperanzadoras del Tanaj. Nos dice que Dios nos conoce, nos llama por nuestro nombre y no nos suelta la mano. No somos una parte más del mundo creado: somos parte de Su historia, de Su plan, de Su cuidado constante.

Esta combinación entre grandeza cósmica y cercanía íntima es lo que hace tan especial esta haftará. Dios crea galaxias y mares, pero también nos acompaña en nuestras propias aguas turbulentas. Nos invita a confiar, a no tener miedo, a recordar que cada vez que actuamos con bondad o justicia, también estamos participando en la creación.

Quizás ese sea el verdadero mensaje de Isaías: la creación no es solo un acto del pasado, sino una tarea presente. Dios crea el mundo, pero nos invita a recrearlo cada día con nuestras decisiones, con nuestra manera de mirar, de hablar y de relacionarnos con los demás.

Que esta haftará de Bereshit nos inspire a reconocer la luz divina en todo lo que nos rodea, y también a convertirnos nosotros en una pequeña luz para los demás. Porque en definitiva, cada vez que elegimos el bien, estamos ayudando a que el mundo vuelva a empezar.

Yael Krochmal

Haftara Jol Hamoed III

En la Haftará de Jol HaMoed Sucot, el profeta Iejezkel (Ezequiel) describe uno de los momentos más intensos de la historia profética, la batalla de Gog uMagog, una guerra que simboliza la amenaza final sobre el pueblo de Israel.

Las naciones se levantan, el peligro es inmenso, y sin embargo, Dios interviene: “Y sabrán las naciones que Yo soy el Eterno, cuando me santifique en medio de Israel” (Ezequiel 38:23).

El mensaje es claro: incluso en el caos más oscuro, la historia no termina con la destrucción, sino con el retorno.

Poco después, el mismo profeta dice:“Traeré de vuelta a los cautivos de Iaakov y tendré compasión de toda la casa de Israel” (39:25).

Cientos de años después el profeta Nejemiá, vive ese anuncio hecho realidad.

El pueblo regresa del exilio babilónico, vuelve a Ierushalaim, y por primera vez en generaciones puede leer la Torá en voz alta, construir sus Sucot y celebrar: “E hicieron Sucot y hubo una alegría muy grande, como no se había visto desde los días de Ioshua bin Nun” (Nejemiá 8:17).

Entre las palabras de los profetas pasaron más de dos siglos. Dos siglos de ruina, destierro, reconstrucción y fe.

Pero lo que une ambas historias es la misma certeza: ningún exilio es eterno. El retorno puede tardar, pero siempre llega.

Hoy, miles de años después, nos toca a nosotros vivir entre estas historias. Seguimos esperando el regreso de nuestros hermanos y hermanas secuestrados, seguimos rezando por los que aún no volvieron, y seguimos creyendo como creyeron ellos que la historia de Israel no termina en el dolor.

Sucot, con su techo frágil y su alegría improbable, nos enseña exactamente eso: que se puede tener fe incluso en la vulnerabilidad, que se puede seguir celebrando aun mientras esperamos.

Así como en los días de Nejemiá, el pueblo volvió a construir sus Sucot y su esperanza, que este año también podamos ver a nuestros cautivos regresar y nuestras Sucot llenarse de alegría y de vida.

Sem. Mati Bomse

Parasha Jol Hamoed III

Tiempo de vulnerabilidad, tiempo de fortaleza.
Por Seba Cabrera Koch

Éxodo 33:12-34:26

Una de las personalidades más destacadas de la “Época Dorada” de la historia judía en España, el rabino Bahya ben Iosef ibn Pakuda, en su obra Jovot haLevavot (Deberes del Corazón) afirmaba que “no hay una sola persona viva que no haya recibido regalos. Al menos los regalos de la vida y la esperanza. Pero solemos sufrir de un tipo extraño de ceguera que nos impide apreciar lo que tenemos”.

La lectura de la Torá para el Shabat de Sucot fue elegida por su referencia a la festividad que vivimos estos días. En ese sentido, citaremos lo que podría ser el debate rabínico más clásico sobre Sucot en el Talmud: Rabí Akiva y Rabí Eliezer discuten sobre qué son estas cabañas (sucot) en las que se nos ordena habitar durante el Jag.

Rabi Akiva dice que son sucot mamash, tan reales como las que seguimos construyendo hasta hoy en día.

Rabi Eliezer, por otro lado, afirma que este versículo se refiere a las ananei hakavod, las nubes de gloria con las que D-s guió y protegió a los hijos de Israel en su peregrinar por el desierto cuando salieron de Egipto: para él las cabañas son metafóricas y no literales. ¿De qué se trata?, se preguntan los rabinos.

¿Una posible respuesta? Quizás ambos tengan razón. Construimos nuestras Sucot mamash, las “cabañas” o “tabernáculos” que señalan algunas traducciones, y también salimos a sentarnos a la intemperie, para aprender que nuestra fortaleza y protección no depende de la robustez de una estructura física. Sucot es tal vez, la forma en la que D-s nos dice que aunque no podemos verlo, debemos saber que está ahí, protegiéndonos.

Sucot es la festividad que desnuda nuestra vulnerabilidad. Se nos exige estar expuestos, se espera que estemos incómodos, fuera de nuestro entorno habitual. Se nos ordena a cada uno abandonar nuestros hogares y posesiones y dirigirnos a la Sucá, juntos en familia y en comunidad, protegidos únicamente por las alas de la Presencia Divina.

Sucot es la oportunidad para vivir en el mundo tal como es: con toda su fragilidad, con sus posibilidades, dificultades y desafíos; convencidos de que aun en el dolor y el miedo, también podemos encontrar un espacio para la sanación y el crecimiento.

Han pasado dos años desde el 7 de octubre de 2023. Dos años en los que aprendimos a contar el tiempo con otro pulso: el del dolor que no cede, el de la memoria que no permite olvidar.

La tragedia nos marcó, pero no nos derrotará, porque no dejamos de Vivir con fe en el mañana, pese a todo.

Beezrat Hashem, con la ayuda de D-s, nuestro duelo, será fortaleza.
Nuestro dolor, será compromiso.

Y nuestro amor… y nuestro amor siempre será Esperanza.

Shabat Shalom veJag Sucot Sameaj.
Seba Cabrera Koch

Fuentes:

Parasha Haazinu

La melodía como testimonio

Parashat Haazinu nos entrega uno de los textos más poéticos y trascendentes de la Torá.

Moshé, sabiendo que su tiempo llega a su fin, no deja a Israel un discurso legal ni una lista de mandamientos. Elige otra forma: deja una canción.

“Haazinu hashamaim vahadaberá, vetishmá haaretz imrei fi” — “Escuchad, oh cielos, y hablaré; y oiga la tierra las palabras de mi boca” (Devarim 32:1).

Moshé convoca a los cielos y a la tierra como testigos eternos, que no perecen ni olvidan. La historia del pueblo queda grabada en la naturaleza misma: en el cielo y en la tierra. La memoria, ya no depende de la fragilidad humana, sino de los elementos que acompañan a todas las generaciones.

El canto es, en sí, un testimonio. No es solo poesía, es la declaración de un destino.

Haazinu nos recuerda que Israel vivirá etapas de cercanía y de alejamiento, de fidelidad y de traición, de caída y de redención. Y, sin embargo, la voz del pueblo nunca será silenciada: siempre habrá cielos y tierra para recordarla.

¿Por qué una canción? Porque el canto atraviesa la razón y toca el alma. Las palabras dichas pueden olvidarse; las que se cantan se graban en la memoria colectiva. Moshé nos enseña que lo que asegura continuidad no siempre es la normativa, sino las palabras que vibran en lo profundo del corazón y dan propósito a la vida.

El Midrash explica que Moshé invoca al cielo y a la tierra porque son los únicos que siempre estarán presentes. Un líder muere, una generación se apaga, pero el cielo seguirá brillando y la tierra seguirá dando sus frutos. La vida humana es frágil, pero la misión del pueblo es eterna.

Hoy, miles de años después, seguimos recitando este cántico y sentimos que todavía habla de nosotros: de nuestras dudas, búsquedas y esperanzas. El canto de Haazinu se renueva en cada generación, con lágrimas y con alegrías.

Moshé nos muestra que, incluso al final de la vida, se puede cantar. Cantar no niega el dolor; es una forma de enfrentarlo. Cuando cantamos, transformamos la memoria en esperanza, el recuerdo en fuerza, el compromiso en futuro. Y así como Haazinu fue testimonio, también lo es nuestro himno nacional, Hatikva. Nacido en tiempos de exilio, proclamó la esperanza de volver a Sión. Hoy, en medio de desafíos y amenazas, seguimos cantándolo con la misma convicción: Am Israel Jai — el pueblo de Israel vive.

Que en este mes lleno de jaguim sepamos escuchar el eco de Haazinu y del Hatikva: cantos que no son solo del pasado, sino testimonios vivos que nos recuerdan que nuestra historia importa, nuestra fe perdura y nuestra esperanza nunca muere.

Rab. Sarina Vitas

Haftara Haazinu

Shemuel 22.1.51
Cántico de gratitud

En la Perashá de esta semana, Moshé transita sus momentos finales en plano terrenal y se expresa en un poema.

Su poesía, trasciende el intelecto para comunicar y comprometer al pueblo de Israel con el mensaje del eterno.

Moshé, habla para las generaciones de Israel de todos los tiempos.

El Profeta más humilde de Israel, habla en sus últimos momentos a cerca de la relación inquebrantable que Hakadosh Baruj Hu tiene con su pueblo.

También, le advierte al pueblo de Israel que en el vínculo se sucederán tiempos acercamiento y alejamiento, para finalmente siempre retornar a D os.

En la Haftará correspondiente a Haazinu, es David, quien entona un cántico de agradecimiento a Hashem, evocando el día en que el Santo Bendito Sea lo salva de sus enemigos.

David y Moshe se entrelazan superando las líneas del tiempo, para dialogar y coincidir.

Ambos declaran que la salvación de Israel fue, es y será gracias a la guía de Hakadosh Baruj Hu, quien con brazo fuerte y benevolencia amparará eternamente al pueblo de Israel para su continuidad y su redención total.

¨Hashem es mi Roca …y mi Fortaleza y mi Libertador¨. Shmuel 22. 2
¨Elohim es mi Roca en Quien me refugio. Es mi Escudo, Fuerza de mi salvación, mi BaLuarte y mi
Refugio! Mi Libertador , Tu me salvas de la violencia! ¨ Shmuel 22.3
¨ Con mis alabanzas clamo a Hashem y seré salvado de mis enemigos¨ Shmuel 22 4
¨Me salvo de mi poderoso enemigo, de los que me aborrecen, que son más fuertes que yo¨ Shmuel
22.18
¨Ellos me atacan en el día de mi desgracia, pero Hashem es mi Apoyo¨ Shmuel 22.19
¨Me saco a la libertad, me libero, porque Se complace en mi ¨ Shmuel 22.20
¨ Tú eres mi antorcha, Hashem iluminará mi oscuridad¨ Shmuel 22.29
¨Tú me diste fortaleza para la batalla, Tú sometiste a mis adversarios ante mi¨ Shmuel 22.40
¨ Por eso yo te agradeceré Hashem, entre las naciones y a Tu nombre cantaré¨ Shmuel 22.50

La llegada de este Shabat Shuva, nos invita a inspirarnos en los textos y regresar renovados en Emuná a nuestro trabajo personal y colectivo de comprometernos con más fuerza aún, con nuestro legado y resistir los tiempos oscuros que vivimos hoy sin bajar los brazos.

Quiera Hashem que este Shabat nos permita acercarnos un poco más a las Mizvot y al estudio de Tora, para vivir desde lo profundo de nuestros corazones inspirados por los valores e ideales que surgen de las sagradas escrituras desde tiempos inmemoriales.

Que tengamos un Shabat Shuva con sueños y esperanzas renovadas, con todos en casa y en shalom.

Am Israel Jai!
Shabat shalom Umeboraj!
Gmar Jatima Tova
Daliah Ruth Faingold