La parashá Jaiei Sará empieza diciendo: “Y fue la vida de Sará…”. Los sabios explican que este versículo también puede leerse como “Las dos vidas de Sará”.
¿Qué significa que una persona tenga dos vidas? La idea es que, a lo largo de la existencia, todos atravesamos momentos que nos cambian para siempre. Sará vivió muchos años esperando un hijo, con fe y esperanza, y luego vivió otros años llenos de alegría junto a Itzjak. Dos etapas muy distintas dentro de una misma vida. Esto también nos pasa a nosotros: un nacimiento, una pérdida, un nuevo amor, un desafío inesperado… son capítulos que nos transforman y nos hacen empezar casi de nuevo.
En esta parashá también vemos a Abraham enfrentando su propio momento de cambio.
Después de años de caminar hacia adelante siguiendo la voz de Dios, ahora mira hacia atrás y le pide a Eliezer que vaya a su tierra natal a buscar esposa para Itzjak. Abraham se define como “forastero y morador”: alguien que pertenece y no pertenece al mismo tiempo.
Así se sienten muchas personas cuando cambian de país o de etapa en la vida; llevan consigo un pedacito del lugar de origen, pero también aprenden a echar raíces en un nuevo suelo. La búsqueda de una esposa para Itzjak nos presenta a Rivká, una mujer cuya cualidad principal no fue la belleza ni el linaje, sino la bondad. Eliezer pidió una señal sencilla: que la mujer elegida ofrezca agua no sólo para él, sino también para sus camellos.
Rivká lo hizo sin pensarlo dos veces. Su sensibilidad y su generosidad, su “plus” humano, fueron las que la convirtieron en matriarca de nuestro pueblo.
Más adelante, la Torá nos cuenta que tres personas “corren”: Eliezer, Rivká y Labán. Todos se apuran, pero por motivos distintos. Eliezer corre para cumplir su misión. Rivká corre para hacer el bien. Y Labán corre porque ve oro y regalos. La enseñanza es clara: en la vida, no importa cuán rápido corramos, sino por qué lo hacemos.
Jaiei Sará nos deja un mensaje profundo y accesible: nuestras vidas tienen muchas etapas, y cada una nos invita a crecer. Podemos aprender de la fe de Sará, del equilibrio de Abraham entre pasado y futuro, de la bondad de Rivká y del compromiso de Eliezer. Que sus ejemplos nos inspiren a vivir con más sensibilidad, más paciencia y más fuerza para enfrentar los cambios que la vida nos presenta.
Yael Krochmal
