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Haftara Devarim

Este shabat, el que antecede a Tishá beAv, se llama Shabat Jazón, por la haftará que leemos, tomada del libro de Ieshaiahu: “Jazón Ieshaiahu ben Amotz”, la visión de Isaías hijo de Amotz. No es una visión alegre. El profeta describe una sociedad en ruinas, no por enemigos externos, sino por fallas internas: corrupción, injusticia, rituales vacíos. Jerusalén, dice, se ha desviado de su camino y necesita despertar.

El vínculo con Tishá beAv es claro. No solo lloramos la destrucción del Bet Hamikdash, sino también todo lo que simboliza: la desconexión entre las personas, la falta de sensibilidad, la pérdida de propósito. La haftará funciona como un espejo: no solo nos cuenta qué salió mal hace miles de años, sino que nos invita a preguntarnos qué debemos reparar hoy.

Y aunque el tono es duro, hay algo profundamente esperanzador. Isaías no cancela al pueblo. Al contrario: lo interpela con fuerza porque cree en su capacidad de cambiar. Nos dice: “Aprendan a hacer el bien, busquen la justicia, defiendan al oprimido”. En otras palabras, hay camino, hay posibilidad de reconstrucción.

Shabat Jazón es, entonces, una invitación a mirar profundo: a la historia, a nuestra comunidad, a nosotros mismos. Que este Shabat, en el umbral de Tishá beAv, sea una oportunidad para transformar la visión en acción, y el duelo en compromiso.

Shabat shalom!

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Iamim Noraim
2022-5783

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