Parashat Ki Tetzé. La cicatriz de la batalla.
Así las cosas, resulta aunque sea extraño el comienzo de nuestra Parashá:
“Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, y Ad’ tu D’s los entregue en tu mano, y tomes de ellos cautivos…” (Devarim 21:10)
Sorprende el encabezado en al menos dos puntos; primero, ¿por qué dice “cuando salgas” si en realidad el pueblo de Israel se predispone a “entrar” a librar batallas?; segundo, ¿por qué aquí la Torá habla de cautivos si previamente lo prohibió? Pero como todo en nuestra tradición estas preguntas pueden encontrar respuesta si uno ahonda en el mensaje, y ambas tienen el mismo origen, las guerras de las que habla nuestra Parashá no son las que tienen como fin conquistar la tierra prometida, sino esas que se libran todos los días, las optativas, las que definen nuestra personalidad, nuestro carácter y nuestra capacidad de respuesta frente a la adversidad o la alegría.
Porque cada día libramos un sinfín de batallas con nuestros semejantes, con nuestras familias y, más importante, con nosotros mismos.
Esas batallas son las que nos corren de nuestro eje, nuestra zona de confort, las que nos hacen preguntarnos si hemos logrado lo que buscábamos o nos transformamos en quienes no queremos ser. Por eso a esa guerra no se entra, se sale, uno deja lo seguro y combate en terreno desconocido. Y por eso en esas guerras siempre hay cautivos, porque algo de quien era antes todavía camina a la par mía aunque haya cambiado mi persona totalmente, cada uno es su propio cautivo, su propia cicatriz de la batalla.
Quiera D’s entregarnos la fuerza y valentía para levantarnos y luchar aún cuando sea contra nosotros.